miércoles, 13 de julio de 2011

Jovenes En La Droga

Aunque el problema de la droga en España se remonta a 1973, es en 1975 cuando deja de ser para el tráfico de drogas un país de tránsito para convertirse en un país de destino, generando un mercado propio. Fue en 1974 cuando aparecieron los primeros indicadores indirectos sobre este problema: robos en farmacias, muertes por sobredosis, incautación de alijos, etc.
Los delitos y tensiones familiares en instituciones y colegios provoca en 1979 una presión social fuerte para que se tomen las medidas oportunas ante un problema que ya está en la calle. Pero llegados a 1980 nos encontramos con que la Administración todavía no había llegado a tomar las medidas oportunas a nivel de prevención, tratamiento o rehabilitación.
Hoy en día, a pesar de que existe un Plan Nacional sobre Drogas y Planes Autonómicos, todavía se continua aislando la drogodependencia como un problema en sí mismo, y no se le está dando respuestas efectivas desde todos los ámbitos de la vida social: familia, escuela, trabajo, ocio, vida comunitaria... sin hacer compartimentos estancos como si de una epidemia que afecta a ciertos individuos de tratase.
Así nos encontramos con que el problema de las toxicomanías afecta principalmente a muchos adolescentes y jóvenes de nuestro país, por ser estos más vulnerables. Aunque las drogas se consumen en todas las capas sociales, bien es cierto que los miembros de las capas más bajas sufren con mayor incidencia y estragos este azote de la era del consumismo.
En estos niveles socioeconómicos bajos o muy bajos, existen menores que sufren un largo camino de incomprensión, delitos y abandono. Son menores “de la calle”, de esas calles que han perdido la connotación de lugar de convivencia, calles de barrios dormitorios, de la inmigración, de las minorías étnicas, de los despreciados. Estas estructuras urbanísticas, de apelotonamiento, hacen que la situación no sea fácilmente modificable, pues las características fundamentales son: la falta de zonas verdes y de recreo, falta de políticas serias de juventud y de ocupación del ocio, escasez de perspectivas laborales, ningún recurso sociocultural y un largo abandono provocado por políticas sociales de carácter benéfico.
Es relativamente fácil encontrar en estos barrios niños y jóvenes marcados por una familia desestructurada, por un altísimo índice de fracaso escolar y por el rechazo social. Así, los jóvenes, están ante una indefensión total ante un problema tan real como son las drogas, que ofrecidas para su consumo por muy diversos canales.
Bastaría con dar lectura a algunas cifras sobre producción, venta y consumo de alcohol, anfetaminas y tabaco, los ingresos en Hacienda por estos conceptos o los números que mueve la industria de seguridad para empezar a considerar en sus justos términos la importancia social, económica y política de ese problema que luego se ofrece a la opinión pública disfrazado como un problema de jóvenes peligrosos, en peligro, inadaptados, delincuentes, etc. No estaremos muy desencaminados si consideramos las drogas y la inseguridad ciudadana como un problema de producción y consumo.
Cuando se comienza hablando de la peligrosidad de las drogas y de los toxicómanos, se termina el discurso sobre cómo encerrarlos o perseguirlos. De esta forma, el tráfico al por mayor queda fuera del discurso, lo que beneficia a los verdaderos delincuentes: los traficantes.
Hay niños entre 12 y 15 años que ya consumen alguno de los tipos de drogas, ya sea tabaco, alcohol o hachís, y muchos otros han tenido ofertas múltiples para aceptar o probar estas drogas. Esta oferta se presenta casi siempre en su medio habitual de relación, entre compañeros, por amigos o colegas (algunos de mayor edad que ellos). No se trata en los comienzos del consumo de un mítico traficante, sino que la incitación a probar se produce de forma natural entre el grupo de barrio o de la escuela o instituto.
¿Qué otra opción le ofrece a estos adolescentes el entorno para poder rechazar este riesgo, cuando los medios de comunicación (sobretodo la TV) le insiste diariamente que es mucho más importante tener que ser?. De ahí la incidencia alarmante de las drogas en este período de la adolescencia.
El papel de los educadores (padres, maestros, vecinos) resulta cada día más una necesidad social que debe ser cubierta con urgencia. La experiencia profesional en el trato con chavales avala esta afirmación. Por eso decimos que hay un hecho claro e indiscutible: la calle está contaminada y nadie parece tener querer darle solución al problema. Imaginemos el Río Lagares de Vigo, donde había distintos tipos de peces con más o menos defensas. Estos últimos sin apenas protección son los que nos interesan. Ellos no seleccionan lo que deben o no comer; sin embargo se adaptan mejor que el resto al río contaminado porque no han conocido otro río mejor. Estos peces son los que precisamente se comen los detergentes, las materias contaminadas que arrojan las fábricas de alrededor.
Cuando el alcalde se plantea el problema decide esconder el río, tapando el problema. No se le ocurre coger los peces y meterlos en peceras para que, una vez curados, devolverlos al río. Sería un planteamiento ineficaz porque el río sigue contaminado. Lo que sí podríamos hacer, y no se hace, es poner depuradoras para el agua del río
Josè Alejandro Acosta Mesa

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