miércoles, 27 de julio de 2011

tribus urbanas

Tribus urbanas y mundo juvenil: breve aproximación conceptual
 
 
A partir del surgimiento de la sociedad Industrial y, por consecuencia, de grandes urbes como en la que vivimos, surgieron también grupos de jóvenes con códigos y estilos particulares, los cuales en las últimas décadas han sido comúnmente denominados como Tribus Urbanas y han sido estudiados en varios países. Algunas de las disciplinas que han estudiado lo juvenil desde este enfoque son la criminología, psicología social, neuropsiquiatría, sociología, antropología, etología, semiótica y comunicación, entre otras.
 
A este respecto Ganter y Zarzuri (1999) se hacen el siguiente cuestionamiento ¿cómo reconstruyen la comunidad, las relaciones primarias y la identidad (entre otras cosas) los jóvenes que pertenecen o se nuclean alrededor de lo que se ha denominado tribus urbanas?
 
Como comentan también los autores, la intuición que emerge como respuesta, resulta de una paradoja. La idea de la modernidad asimilada a la aldea global, del predomino de una sola cultura, en el fondo, de una cultura hegemónica, encuentra su respuesta en la aparición de microculturas o microsociedades; de nuevas sociedades primitivas —en el sentido durkheimniano de elementales— que empiezan a emerger en las grandes ciudades alterando el mapa urbano —en lo que la escuela etnográfica de Chicago llamara las zonas intersticiales de la ciudad— y el orden metropolitano. En el fondo, lo que se intentaba destruir (la variedad cultural) acaba reconstruyéndose o recreándose en nuevas formas de culturas urbanas, en algunos casos contestatarias y resistentes a la cultura dominante.
 
Por otro lado, la relación entre juventud y cultura ha estado centrada principalmente en tres enfoques: el primero es de la Escuela de Chicago y  parte del estudio de los grupos como subculturas juveniles; el segundo surge con el rock y estudia a la cultura juvenil asociada a la música, las industrias culturales y el consumo; y la tercera que parte del concepto de contracultura, la cual destaca la oposición de los jóvenes a la racionalidad de la sociedad moderna.
 
Durante mucho tiempo se estereotipó la rebeldía de los jóvenes, calificándolos recurrentemente como apáticos, anómicos, carentes de inquietudes y proclives a la violencia. Contrario a esto, Zarzuri afirma que son los jóvenes los que actualmente están reconstruyendo y creando nuevos modelos societales, nuevos valores y solidaridades.
 
Mas aún, las prácticas juveniles no son valoradas por sí, sino que se relacionan directamente con indicadores de tipo económico y de consumo. Sin embargo, para comprenderlos dice Molina, es necesario estructurar a los jóvenes dentro de su realidad, valorando la creatividad de sus prácticas. Desafortunadamente, ni las políticas de gobierno ni las ciencias sociales aceptan al joven como un legítimo otro en la convivencia social, si éste no cumple con los roles que la sociedad le tiene previamente asignados. 
 
Entonces, si los jóvenes no tienen a su alcance los medios para expresarse y relacionarse con su entorno como desean, desarrollan una manera auténtica, un sentido comunitario de historicidad. En su búsqueda muchos integran agrupaciones en las que se manifiestan fuertes redes solidarias a través de diversas actividades tanto lúdico-sociales, como político-culturales. Un espacio físico donde expresarse es lo primero que buscan, pues la pertenencia física y simbólica es lo que les permite identificarse y reconocerse como individuos. Además, la violencia tiene un carácter simbólico: destruir o atacar todo aquello que tiene un carácter institucional, aquello que es ajeno o que ha sido impuesto.
 
Esta transformación en las relaciones sociales es la que Maffesoli (1990) define como neotribalismo emergente que hace que el sujeto salga de su encapsulamiento en la individualidad y diluya su experiencia cotidiana en la pertenencia a diferentes microgrupos o tribus. Las características de estas tribus serían:
 
i) Por un lado, constituirse en comunidades emocionales que se fundamentan en la comunión de emociones intensas, a veces efímeras y sujetas a la moda. Son agrupaciones constituidas por individuos que se reúnen y visten una estética para compartir una actividad y una actitud que genera sensaciones fuertes y confiere sentido a una existencia en donde en su cotidiano hay falta de contacto y contagio emocional.
 
ii) Oponer energía a la pasividad e hiperreceptividad del individuo de la sociedad de masas, constituyendo una fuente fragmentada de resistencia y prácticas alternativas, una energía subterránea que pide canales de expresión. Ejemplos: eventos deportivos, recitales, espacios festivos, etc.
 
iii) Construir una nueva forma de sociabilidad, en donde lo fundamental es vivir con el grupo, alejarse de lo político para adentrarse en la complicidad de lo compartido al interior del colectivo (códigos estéticos, rituales, formas de escuchar música, lugares propios). La sociabilidad neotribal opone una actitud empática en donde las relaciones intersubjetivas se mueven en una cuestión de ambiente más que de contenidos específicos; de feeling más que de una racionalidad medios/fines. A diferencia del individuo que tiene una función en la sociedad, la persona juega un papel dentro del grupo.
 


iv) Necesidad de contraponer a la fragmentación y dispersión de lo global, la necesidad de espacios y momentos compartidos en los que se desarrolle una interacción fuerte pero no continua, un sentimiento de pertenencia y proximidad espacial. Ejemplos: eventos con un fuerte componente físico: baile, codearse, golpearse, beber, etc.
 
Entonces las tribus urbanas pueden definirse como la expresión de una crisis de sentido a la cual no arroja la modernidad y su globalización, así como una manifestación de una disidencia cultural ante una sociedad desencantada por la masificación y la inercia que caracteriza la vida en las urbes modernas donde todo parece funcionar a partir de éxito personal y del consumo alienante.
 
Dice Zarzuri, que todo esto permite a los jóvenes hacer una resignificación de ciertos símbolos u objetos, además de permitir la construcción de estilos juveniles compuestos por una serie elementos culturales como el lenguaje, la música y la estética que identifica estilos juveniles. Ante la pérdida de expectativas escolares y la estrechez del mercado de trabajo, el pertenecer a una tribu, brinda a decenas de miles de jóvenes otras formas de socialización  acceso a bienes de consumo.
 
Para los jóvenes no es complicado inventar un nuevo lenguaje, agruparse y comprenderse ante la necesidad de una identidad y autoafirmación. Algunas Tribus Urbanas que se han etiquetado ya con un nombre y una serie de características específicas son los Darketos, los Ravers, los Cholos, los Anarkos, los Punketos, los Ska o Patinetos, por mencionar algunos.

ejs: emo
 

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